La Torre de Broto fue una prisión gracias al decreto otorgado por Jaime I y confirmado por su nieto Jaime II en 1323 en relación a la utilización de los pastos. Estos poderes le permitían impartir justicia, además de los asuntos políticos y económicos, de tal modo que aquellos que cometieran un delito eran juzgados en esta misma localidad y conducidos hasta los sombríos muros de esta torre antaño defensiva y convertida en cárcel.
Aquí iban a parar, por ejemplo, los habitantes de los colindantes pueblos franceses, fruto de las continuas querellas habidas entre uno y otro lado en relación con los pastos y el ganado, así como algún que otro contrabandista de los muchos que en esta zona y a lo largo de la historia ha habido. No es de extrañar que algún peregrino también diera con sus huesos entre estas sombrías paredes.
Y es precisamente ese encalamiento ennegrecido el que sirvió de soporte para unos improvisados y curiosos grabados realizados por los presos que pasaron por esos muros.
fuente: http://www.pirineosordesa.com/patrimonio/14-la-torre-de-la-carcel-de-broto